Es sábado-noche y estoy encerrada en casa.

Me he comido un Kinder Bueno. He estado bailando con los Clash. He llorado con un cómic. He jugado a la play.
Y entre cosa y cosa, he tenido una especie de revelación. Algo se ha agitado en mi cerebro.
Por fin lo veo con claridad. Por fin he descubierto toda la verdad, la respuesta a los secretos del universo, la auténtica teoría de la evolución, las sonrisas, los pensamientos lascivos, la muerte, el más allá, la vejez, los cuerpos marchitos, el futuro, el pasado; todo sobre ti y sobre mí, sobre el nosotros, sobre los deseos, los sueños, las pesadillas, lo inalcanzable, lo desconocido, la frustración sexual, lo que sucedió y lo que está por suceder, las palabras que se mueren en la lengua sin ser pronunciadas, las que son pronunciadas pero no escuchadas, lo oculto por la CIA respecto a los avistamientos OVNI, las segundas intenciones, los mensajes subliminales, las censuras, la muerte de Michael Jackson y Kurt Cobain, lo que no quieres ser y eres y lo que no eres y quieres ser, las supersiticiones, las predicciones metereológicas, los peligros de esta ciudad, la música, los libros no escritos, las poesías sin rima, los personajes odiados, los amores platónicos, la historia, los lugares recónditos, lo exótico, las ciencias exactas, la nanotecnología, la bolsa, la corrupción, la eterna juventud de Jordi Hurtado, los complejos, los sentimientos, el ego, las pesadillas nocturnas, las fantasías sexuales, la verdad absoluta, el gran conocimiento, EL RENACER.

Ahora que lo sé todo, haré como que no sé nada. Por todo eso de la ignorancia, eso que dicen...

Ahh, qué bien se vive siendo absolutamente feliz.